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na nube se estaba formando. El agua del mar se evaporaba y subía hacia las alturas hasta formar una pequeña forma algodonada de color albo como la nieve. Una nube esponjosa había nacido junto a muchas otras iguales que ella.
La nube observó que se hallaba flotando sobre una playa cuya arena dorada contrastaba con el profundo azul del mar y el celeste del cielo. Luego vio que cerca del agua había niños alegres que se bañaban y jugaban con la arena. También se fijó en que había otras personas que caminaban por la playa cargadas llevando ropas y neveras.
Se desplazó siguiendo la costa hasta que avistó un gran vertido negro que rodeaba a un gran barco que se hundía. La nube no podía entender qué era tal cosa, pero sí vio gaviotas negras que apenas podían volar al estar empapadas de ese líquido. El viscoso líquido estaba llegando a la costa aunque, al menos, estaba lejos de la playa donde se bañaban los niños. Además, unas extrañas figuras ataviadas con trajes blancos estaban en la costa tratando de limpiarla.
El viento empezó a soplar más fuertemente y pronto perdió de vista la costa. Tras ser transportada por los vientos alisios durante algún tiempo, la nube avistó la costa de nuevo. Pasó por una ciudad con grandes rascacielos que intentaban desafiar la gravedad llegando a su altura y rozándole sus espumosas puntas. A la sombra de los edificios había personas trajeadas que recorrían estresados las calles de la ciudad. La nube siguió su azaroso camino sobre la ciudad hasta que pasó por una zona en la que no había altos edificios ni hombres trajeados. Se encontró con miles de chabolas construidas con chapas y otros desperdicios. Descubrió que bajo esta montaña de basura algunos niños buscaban entre la basura mientras a su lado había violentas peleas de bandas. Y entonces la nube se preguntó: ¿por qué? ¿Por qué en una zona hay grandes rascacielos y en la otra no tienen qué comer? ¿Por qué los hombres trajeados no les dan a los demás, que no tienen?
La nube estaba confusa. Un viento huracanado la arrastró en un violento remolino y la llevó lejos de allí. Luego llegó a una selva. La nube no alcanzaba a ver los límites de la verde masa forestal. El viento seguía soplando, así que pronto llegó a los confines de la selva. Había personas de tez oscura que cazaban, y más adelante vio a otras que talaban los árboles que se encontraban a su paso. Pronto los indígenas tendrían que cambiar de territorio ante el avance de las sierras arboricidas. La nube estaba enfadada. Tal era la ira que tenía, que se estaba poniendo negra. Pequeños destellos relampagueaban bajo ella demostrando así su furia. Al mismo tiempo, todas sus compañeras iban provocando truenos y relámpagos a medida que se iban enfureciendo. Al menos, de esta forma, frenó por un día el avance de las máquinas.
Poco a poco, la tormenta iba abandonando el lugar. Sobrevoló la costa y reparó en una isla en la que muchas personas deambulaban por unas calles llenas de escombros. Había otras personas ayudando en la medida de lo que podían, pero no era suficiente. Cuando empezaban a repartir víveres, había grandes disputas por conseguir la mayor parte. Llegado a este punto, la nube empezó a llorar. Empezó a llover al oeste de la isla La Española: sobre el pobre país de Haití.
La nube, compungida, volvió a viajar hasta llegar a una tierra donde había grandes fábricas con chimeneas gigantes que expulsaban humo tóxico y gases que envenenaron a la pobre nube al entrar en su cuerpo y mezclarse con su vapor. Antes de irse a toda prisa, la nube pudo observar que muchos obreros de faz asiática trabajaban en la fábrica de sol a sol en condiciones infrahumanas. Sin querer, su lluvia mataba árboles estropeando los bosques: era la lluvia ácida causada por la contaminación de las fábricas.
Entonces, la nube regresó al punto del que había salido, donde se dispersó. Tras sobrevolar desiertos, mares, ciudades, bosques y montañas; la nube no sabía cómo clasificar a los humanos: muchos parecían muy malvados, pero sin embargo otros luchaban por paliar el mal que hacían. ¿Por qué no evitar el mal desde el principio? La nube no entendía muchas cosas, pero sí se dio cuenta de cómo era el mundo: hay bueno y hay malo, pero siempre hay que luchar por lo bueno de este mundo, que es lo que en realidad importa. Es nuestra misión y no somos ajenos a ella. Como dijo Martin Luther King: "Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos".
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